Para quienes comienzan a conocer respecto del uso responsable y legal de las armas de fuego, deben saber respecto de los principales aspectos teóricos.
En este artículo te queremos contar cómo es el proceso para que se produzca un disparo.
En términos generales, una bala es técnicamente un proyectil balístico metálico que es disparado a través del cañón de un arma. Como hemos visto en artículos anteriores, la bala es parte integral de un cartucho que contiene pólvora o carga de proyección, lo que permite que dicho proyectil balístico inicie su recorrido desde el momento del disparo.
Cuando se inserta el cartucho en la recámara de un arma, el proceso de disparo se inicia desde el momento en que el martillo y/o la aguja percutora del arma, golpea en la base del proyectil o culote. En ese lugar existe normalmente un fulminante, que al momento de ser golpeado inicia al interior del cartucho una chispa que enciende la pólvora que hay en el interior.
La deflagración (combustión) de la pólvora genera una alta presión de gases que comienzan a expandirse al interior, encontrando en la parte del proyectil, la zona más débil y por tanto la presión de los gases generan la expulsión del proyectil a alta velocidad, comenzando así su recorrido al interior del cañón hasta salir expedido fuera de este con un movimiento giroscópico en la dirección que ha sido dirigido.
En resumen, el disparo de una bala se genera a partir de una alta combustión producida al interior del cartucho y que es producto de la deflagración o combustión de la pólvora.
Finalmente dentro del proceso de disparo la combustión de la pólvora y la llamarada que produce en fracciones de microsegundos, dispersa fragmentos que muchas veces no se consumen y que se adhieren a las superficies más cercanas, como las manos o un cuerpo externo, siendo ésta una de las principales características para reconocer que el disparo ha sido de corta distancia.